Fragmento
del diario de navegación de Cristóbal Colón
Jueves
11 de octubre de 1492
Navegó
al Ouestesudeste. Tuvieron mucha mar, y más que en todo
el viaje habían tenido. Vieron pardelas y un junco verde
junto a la nao. Vieron los de la carabela Pinta una caña
y un palo y tomaron otro palillo labrado, a lo que parecía,
con hierro, y un pedazo de caña y otra hierba que nace
en tierra, y una tablilla. Los de la carabela Niña también
vieron otras señales de tierra y un palillo cargado de
escaramojos. Con estas señales respiraron y alegráronse
todos. Anduvieron en este día, hasta puesto el sol, veintisiete
leguas.
Después del sol puesto, navegó a su primer camino
al Oueste: andarían doce millas cada hora; y hasta dos
horas después de media noche andarían noventa millas,
que son veintidós leguas y media. Y porque la carabela
Pinta era más velera e iba delante del Almirante, halló
tierra e hizo las señales que el Almirante había
mandado. Esta tierra vido primero un marinero que se decía
Rodrigo de Triana; puesto que el Almirante, a las diez de la noche,
estando en e1 castillo de popa, vido lumbre, aunque fue cosa tan
cerrada que no quiso afirmar que fuese tierra; pero llamó
a Pedro Gutiérrez, repostero de estrados del Rey, y dijo
que parecía lumbre que mirase él, y así lo
hizo y vídola. Díjole también a Rodrigo Sánchez
de Segovia, que el Rey y la Reina enviaban en el armada por veedor,
el cual no vido nada por que no estaba en lugar do la pudiese
ver. Después que el Almirante lo dijo, se vido una vez
ó dos, y era como una candelilla de cera que se alzaba
y levantaba, lo cual a pocos pareciera ser indicio de tierra.
Pero el Almirante tuvo por cierto estar junto a la tierra. Por
lo cual dijeron la Salve, que la acostumbraban decir e cantar
a su manera todos los marineros... y rogó y amonestólos
el Almirante que hiciesen buena guarda al castillo de proa y mirasen
bien por la tierra, y que al que dijese primero que veía
tierra le daría luego un jubón de seda, sin las
otras mercedes que los Reyes habían prometido, que eran
diez mil maravedís de juro a quien primero la viese.
A las dos horas después de la media noche (del día
12 de octubre) pareció la tierra, de la cual estarían
dos leguas. Amaiaron todas las velas y quedaron con el treo, que
es la vela más grande sin bonetas, y pusiéronse
a la corda, temporizando hasta el día viernes, que llegaron
a una isleta de los Luchados, que se llamaba en lengua de los
indios Guanahani.
Luego vieron gente desnuda, y el Almirante salió a tierra
en la barca armada, y Martín Alonso Pinzón y Vicente
Anes, su hermano que era capitán de la Niña. Sacó
el Almirante la bandera real, y los capitanes con dos banderas
de la Cruz Verde, que llevaba el Almirante en todos los navíos
por señala con una F y una Y: encima de cada letra su corona,
con una de un cabo de la t y otra de otro. Puestos en tierra vieron
árboles muy verdes, y aguas muchas y frutas de diversas
maneras. El Almirante llamó a los dos capitanes y a los
demás que saltaron en tierra, y a Rodrigo de Escovedo,
escribano de toda la armada, y a Rodrigo Sánchez de Segovia,
y dijo que le diesen por fe y testimonio cómo él
por ante todos tomaba, como de hecho toma, posesión de
la dicha isla por el Rey y por la Reina, sus señores, haciendo
las protestaciones que se requerían, como más largo
se contiene en los testimonios que allí se hicieron por
escripto.